La inteligencia artificial y el derecho.

Es conocido por todos, pero no por ello significa que aceptado, que la profesión de abogado como la de cualquier otro ámbito, es permeable a las novedades que incorporan los avances de la ciencia tecnológica.Si la función del médico de guardia, en poco tiempo, será sustituida por una máquina en la que el usuario introducirá sus síntomas, realizará las pruebas que la máquina le indique y sólo después el médico verificará el diagnóstico y las pruebas realizadas, es indudable que el usuario de la justicia introducirá los datos de su consulta en una máquina y el diagnóstico le será entregado, junto con los formularios jurídicos o de todo tipo, derivados de los datos de la consulta introducida, con un margen de error mínimo, si los datos están bien introducidos.
Además, la propia máquina irá renovando por sí misma sus conocimientos a medida que se le realicen las consultas. Sólo después, el abogado/a concreto verificará el recorrido de la máquina e introducirá el elemento personal en la consulta y en el procedimiento.
Las máquinas que efectuaran y desarrollarán las consultas, no siempre serán propiedad de un despacho de abogados y por tanto, la ética profesional, la deontología propia de la profesión de abogado, no siempre podrá responder ante el usuario y los Colegios de Abogados, como siempre han hecho, deberán adaptarse a estos nuevos retos.
Este ha sido el contenido de la conferencia bianual de la FBE en Varsovia, constatando los diversos países, que la inteligencia artificial acabará unificando los diversos sistemas de consulta jurídica y que los abogados/as, en vez de consolidar su desaparición, como algunos preconizan, modificarán su sistema de asesoramiento legal y resolución jurídica de los conflictos, adaptando a la inteligencia artificial su función de asesoramiento legal, precisando la ayuda de los Colegios de Abogados que deberán también adaptar su normativa a los nuevos retos que ya son próximos.