La violencia invisible.

Ayer, 25 de noviembre, fue el día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, y a nuestro despacho no cesan de llegar los casos en los que la violencia es invisible, tan sibilina que a veces ni la propia víctima es capaz de verla.

La experiencia, y probablemente la distancia y objetividad con la que nuestro oficio nos obliga a analizar los casos es la que nos la hace detectar en la primera consulta.

En ocasiones, la violencia invisible comienza por la asunción de simples roles en la cotidianeidad del día a día, roles que hacen crecer a uno y empequeñecer a otro; y se suman factores que más que ayudar a romper el círculo, lo cierran tanto que asfixian a la víctima: La sociedad actual se rige por las redes sociales, y éstas obligan a aparentar llevar una vida feliz y completa; o la desigualdad en la promoción profesional entre hombres y mujeres, son un ejemplo.

La violencia invisible es el insulto y los gritos, es la denigración, es la amenaza de “te voy a quitar a los niños”, es un “no vales nada”, es un “te quedarás en la calle”. En definitiva, la violencia invisible es el abuso de poder psicológico.

La víctima se autoengaña, se avergüenza de sí misma, engaña a sus seres queridos, creyendo siempre controlar la situación, y se aleja de los suyos y de sí misma. Se hace tan pequeña que es imperceptible para el resto de la sociedad.

Y la Justicia no ayuda. Los tiempos hasta obtener una resolución judicial, y el impredecible resultado final, hace que la víctima no se decida a dar el paso.

¿Pero qué paso dar? La Ley prevé que, en los supuestos de maltrato, se despliega toda una serie de elementos en protección de la víctima y de los hijos menores en el supuesto de que haya. Una vista rápida, dentro de los 3 días siguientes, puede establecer las medidas civiles que de forma provisional van a regir hasta que se analice detalladamente el divorcio y el supuesto maltrato.

Sin embargo, la realidad es bien distinta cuando se trata de un maltrato físico que cuando se trata de un maltrato psicológico.

El legislador debería ilustrar más sobre qué elementos se consideran delito de maltrato en este tipo de casos, pues es un riesgo para la víctima y una carga de responsabilidad dejar la decisión final al criterio subjetivo del Juzgador.